La editorial Futabasha se encuentra en el corazón mismo de Tokio (aquí), a unos 15 minutos a pie de la estación de Iidabashi y bastante cerca de la adorable zona tradicional de Kagurazaka (lugar en el que merece la pena perderse una tarde; es un poco lo más cercano a Kioto que hay en Tokio). Por fuera no es más que un edificio más, del montón, como tantos otros que hay en Tokio.
Las fotos que acompañan a este artículo las tomé el año 2008 porque en un momento dado tuve la idea de intentar hacer un artículo bastante currado sobre el mundo del manga para ver si podía interesar a alguna revista o periódico. Así, mi intención era visitar una o dos editoriales, entrevistar a algunos editores y autores, etcétera. En definitiva, romper un poco la “barrera” que nos separa a los aficionados al manga del público en general y tratar de dar una visión real sobre lo que es el manga y lo que representa, intentando derrumbar algunos tópicos en el proceso. Al final, la falta de tiempo me impidió redactar el artículo y mucho menos, claro, intentar encontrar una revista que lo publicara, así que estas fotos habían quedado inéditas hasta ahora mismo.
No era la primera vez que iba a Futabasha; ya había estado en el año 2003 con el equipo de TV3 que acompañó a los ganadores del Megaconcurs de aquel año y alguna vez había acudido el Sr. Tooru Masuo, antiguo editor-supervisor de Yoshito Usui para Shin Chan, a alguna cena que habíamos tenido con el autor. Así, decidí llamarle para ver si me podía ayudar con este tema, a lo que él accedió encantado. Por cierto, si os lo preguntabais, sí, Tooru Masuo es el mismo que aparece en el manga de Shin Chan con su propio nombre, el editor de Usuto Yoshii que “es buen chico, aunque a simple vista no lo parezca”. XDDD
Muchos os habréis preguntado alguna vez cómo es una editorial japonesa de manga por dentro. Seguro que os la imagináis como un lugar divertido, lleno de monigotes por todas partes y tal. En realidad, las editoriales son básicamente todas iguales (bueno, al menos puedo hablar por tres o cuatro en las que he estado): un montón de mesas juntadas en grupo, con el jefe en cabeza mirando a su equipo -como en cualquier oficina japonesa, por otra parte-, y, eso sí, todas las mesas y rincones llenos de papelajos y trastos por todos los lados, tanto que hasta sorprende que quede espacio para un ordenador o incluso para meter los pies entre tanto fichero y archivo y papelajo que acaban guardando debajo de la mesa porque simplemente no hay más sitio.
Futabasha es una editorial generalista, es decir, no solo edita cómics. Creo recordar que tiene unas cinco plantas, y cada planta se organiza por secciones. Por ejemplo, en una planta están todos los que editan revistas generalistas, en otra los de cómics, en otra los de novelas y libros en general, etcétera. La particularidad de Futabasha es que es una editorial que pone mucho énfasis en el sector erótico, es decir, libros y revistas (y también cómics) de tipo erótico o directamente pornográfico. Como mínimo una planta (creo que eran dos, pero no lo recuerdo) está íntegramente reservada para los editores que trabajan en este campo, con pósters y revistas guarras por todas partes. Casi nada…
Durante esta visita del año pasado conocí a Ken’ichi Suzuki, actual supervisor-editor de Shin Chan después de que Masuo fuera promocionado a redactor jefe de la revista Manga Town. Por cierto, el Sr. Suzuki también aparece en el manga de Shin Chan, solo que lógicamente lo hace en los tomos más recientes. Él me enseñó in situ cómo trabajan los dibujantes y los editores de manga, algo que seguramente ya sabéis pero que de todos modos voy a explicar, ya que estoy con este artículo y tengo algunas fotos ilustrativas.
Primero, el editor se suele reunir con el autor para discutir cómo evolucionará la serie, qué historia van a hacer, etcétera. Estas reuniones es bastante normal que se realicen en restaurantes de los llamados “familiares” (famiresu, contracción niponera de “family restaurant”), que en general abren las 24 horas del día, están muy bien de precio y son bastante cómodos y realmente prácticos para “refugiarte” o tomarte un descanso mientras de paso te tomas desde unos espaguetis a un café. Después, el dibujante vuelve a su casa o estudio (generalmente trabajan en su casa o se han montado su estudio en su casa) y trabaja en lo que ellos llaman el “neemu” (no sé de dónde proviene esta palabra, parece del inglés “name”, pero no sé), que básicamente es poner sobre el papel la disposición de viñetas y el texto aproximado para cada página, acompañado de unos monigotes feos mal dibujados que representan ser los personajes. Para que os hagáis a la idea, es más o menos el equivalente a los “storyboard” del cine.
Este “neemu” se manda generalmente por fax a la editorial para que el editor introduzca o sugiera los cambios que le parezcan. Por si no ha quedado claro hasta ahora, el editor es el gran olvidado de la industria del manga, y muchas veces prácticamente el editor acaba siendo parte fundamental en el éxito o fracaso de una obra, convirtiéndose en ocasiones en casi el guionista, aunque casi nunca sale acreditado (Naoki Urasawa fue quizás de los primeros en hacerlo, acreditando a su editor –actual mánager– Takashi Nagasaki en sus obras).
Una vez corregido el “neemu”, ya todo está en manos del dibujante, que debe esforzarse por acabar la entrega en el plazo de tiempo determinado, que generalmente es tremendamente justo y por lo tanto los dibujantes suelen trabajar mil horas y pasarse noches en vela por culpa de eso. Es en este momento cuando entran en escena los ayudantes de los mangaka, que se encargan normalmente de dibujar los fondos, poner las tramas, pintar las partes negras, corregir cositas y eso. En el caso de Yoshito Usui, al ser el suyo un estilo muy simple y sin tramas ni fondos detallados ni nada, había trabajado siempre solo excepto en los últimos tiempos, cuando sus hijas empezaron a ayudarle.
Una vez está lista la entrega, normalmente es el editor el que se desplaza hasta la casa o estudio del autor para recogerlas, cuando no está allí desde horas antes esperando ansioso a que termine para, una vez recogidas las páginas, correr a la editorial para comprobar que todo está en orden, mandar a rotular los textos y enviarlo todo a la imprenta para que la revista pueda salir a tiempo.
Hablando de rotulación, me quedé anonadado cuando, en el año 2003, cuando visité Futabasha por primera vez, vi que aún rotulaban los cómics a mano. Es decir, escribiendo a máquina los textos (con una especie de curioso Dymo), recortándolos del papel y pegándolos con precisión milimétrica dentro de los bocadillos con la ayuda de cola y unas pinzas. ¡En pleno siglo XXI, y aún lo hacían a mano! No podía salir de mi asombro. Cuando volví en 2008, sin embargo, me dijeron que ahora de la rotulación se encargan estudios especializados externos y que lo hacen por ordenador, exactamente igual que como rotulan aquí en España los profesionales del sector. Menos mal… De nuevo, Japón, pese a su fama evidente como país tecnológico, demostraba anacronismos realmente increíbles e impensables.
Esta, pues, es la editorial que publica Shin Chan desde el primer día, y algunos de los profesionales que están detrás del éxito de esta serie, lo cual me parece también un justo homenaje, no solo al malogrado Yoshito Usui, sino también al gran equipo profesional que había detrás de él. ¿Os ha gustado la visita? ¿Os esperabais que las editoriales de manga fueran así?
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